Marriott opera, por su parte, una docena de marcas entre las que se encuentran Courtyard, Ritz-Carlton y Fairfield Inn. Con la compra de Starwood sumará un 50% de habitaciones a su cartera. Ambas compañías apuestan por llegar a un público más joven. Entre los grupos que también estaban interesados se encontraban Hyatt Hotels e Intercontinental Hotels, dueña de la cadena Holiday Inn.
Arne Sorenson, presidente ejecutivo de Marriott, explicó tras anunciarse la adquisición que el objetivo de esta operación es “el crecimiento”. “Es una oportunidad para crear valor en un mercado que está evolucionando con rapidez”, añade. Para Adam Aron la combinación es el camino para que la franquicia cuente con la escala para seguir siendo competitiva.